Los últimos años nos han dejado numerosos escándalos y polémicas que han rodeado a los gigantes de internet, y a cómo han conseguido acumular un gran poder en sus manos sobre el que no tienen la obligación de mostrar ningún tipo de responsabilidad frente a la sociedad.
Una de estas grandes polémicas gira en torno a la polarización, y a cómo estas redes mediante sus algoritmos de recomendación de contenidos, terminan por generar cámaras de eco, en las que cada vez más vemos solo aquello que pensamos y no los otros puntos de vista, con lo que nuestras opiniones terminan por volverse más extremas.
Por otra parte, estos algoritmos tienden a recomendar contenidos que llevan a la gente a pasar el mayor tiempo posible en sus dominios, por lo que suele prevalecer el contenido sensacionalista sobre la noticia, y en muchas ocasiones la mentira sobre la verdad, lo que nos ha llevado al ya conocido problema de las Fake News.
Pero como siempre que algo se rompe, aparecen alternativas que pretenden solucionarlo, y en este caso el nombre que resuena en todo el mundo durante los últimos meses es Substack. Substack es una compañía que se plantea como la cura de todos los males de los algoritmos de contenidos, cuando en realidad supone únicamente una vuelta a lo que ya teníamos, mediante un modelo más que sencillo.
Substack provee a autores (profesionales, amateurs, o de cualquier calado) de una plataforma en la que generar sus contenidos y que pueden monetizar a base de suscriptores.
Por su parte, los lectores en Substack exploran por su cuenta a los autores existentes y se suscriben a diferentes newsletters de su interés con un pago mensual para cada una de ellas.
Sin anuncios, sin recomendaciones de contenido, el modelo es totalmente plano. Substack gana un 10% de los ingresos de los autores, y los reinvierte en mejorar su plataforma.
Suena sencillo, tal vez demasiado como para funcionar, pero el ruido generado durante 2020 por esta plataforma ha sido enorme.
Tan grande que, ahora son las grandes Redes Sociales las que van a sumarse a este entorno, buscando así aplastar a un aspirante más. Lo hemos visto a lo largo de esta última semana con noticias como la compra de Revue por parte de Twitter, o el mensaje de Facebook de que ellos mismos podrían estar explorando este modelo.
LinkedIn lleva camino ganado en esta línea, ya que desde finales de 2019 existe una opción habilitada para algunos usuarios que les permite la generación de newsletter periódicas mediante los artículos de la propia red, aunque sin todavía permitir la monetización mediante suscripción.
Ahora bien, la diferencia entre substack y las redes sociales que van a implementar esta funcionalidad es básica: Substack nace como contrapartida a las redes, las redes se suman para matar a substack con otro modelo paralelo en el que además pretenden lucrarse (como hacen con todo).
Así que aquí lo tenemos, tras el auge de las stories, el futuro de los medios online parecen ser las newsletters, preparaos para que todos vuestros canales se llenen de ellas.
Personalmente, que nuestra solución a un grave problema tecnológico como es el de los algoritmos, pase por volver a un método totalmente primitivo, me parece una rendición temprana que, espero no siente precedentes.
Problemas más grandes (si cabe) vendrán, y desenchufar el cable no será la solución.